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Intenta seguir la melodía de mi alma

Bueno, yo llegué a Taiwan hace aproximadamente 8 semanas, sin embargo, las memorias que guardaré siempre en mi corazón no comienzan ahí, sino hace 6 semanas atrás. Ya saben... OCAC... algo difícil de olvidar... allí conocí a demasiada gente, tanta, que temía al principio no recordar sus nombres, por ejemplo, muchas veces a Cecilia la llamaba Alicia, bueno, es entendible pues se parecen bastante!
En total éramos 101 personas -sin contar a los Counselors- de los cuales 69 eran panameños; obviamente no hablaba con todos, de hecho, hubieron algunos con los que no recuerdo haber cruzado palabra, sin embargo, hice muchos buenos amigos que me ayudaron a construir una gran cantidad de recuerdos que por siempre mantendré a mi lado... presentes.
Mis Roomates: Arleen y Astrid... Creo que tuve mucha suerte al tenerlas a ellas como compañeras de cuarto. Compartimos muchas risas y cuchicheos nocturnos, y las tres llegamos a acostumbrarnos a la presencia de las otras, tanto así, que Arleen y yo sabíamos que, cualquier cosa que no fuera nuestra y que se encontrara en nuestros escritorios, debiamos dejarlo en el escritorio de Astrid, pues siempre, SIEMPRE eran de ella. También agradezco que nuestro cuarto haya sido el 423, así nos podíamos enterar antes de que hubiera Roomcheck, jajaja era una locura, se podían escuchar nuestros pasos apurados metiendo toda la ropa y demás cosas dentro de las gavetas desocupadas, de cualquier forma, nunca nos bajaron puntos por el desorden gracias a ello (Yuuuupi!).
Gracias chicas, gracias de verdad por compartir esto conmigo, por ser mis roomates, por ser como son... Nunca cambien <3
Las últimas 3 semanas aproximadamente, me cambié de cuarto al 609, bueno, la verdad es que fui uzurpandolo de a poco, pues de a gotera que fui trasladando mis cosas jajaja. Allí llegué conocer más a: Amy (una chica verdaderamente linda, que siempre está dispuesta a echar una mano a las persona que lo necesitan, con la cual también tuve muchos momentos muy locos; casi siempre era ella la me acompañaba a explorar Taipei, por eso... Gracias), Mónica (una travesti muy divertida y agradable, me parece que compartimos sentido del humor, pues a mitad de la calle nos poníamos a hacer estupideces sin importar que la gente nos quedara mirando jajaja a pesar de que igual hablamos temas serios, creo que tengo más recuerdos absurdos de ella con los cuales me puedo reír un rato, y por eso también Gracias), Ana (bueno, ella es MI Ana, jajaja con ella llegamos a formar un triángulo amoroso jajaja eso será otra memoria que no olvidaré, gracias por ser parte de ella), Yury (lo que más resalta de ella es su personalidad directa, que creo que la caracteriza; estar con ella igualmente fue muy divertido, especialmente en sus momentos Pro Ting jajaja Yury... Gracias! No cambies!), Ariana (ella es la prima de Ana, y de eso no me enteré hasta que las agregue a Facebook jajjaa, Ariana es también muy divertida, y aún más con las cosas que dice en las bromas telefónicas... Gracias por hacerme reír) y Giselle (una chica muy linda y sociable, tambien es mi Pierre jajaja espero que nunca cambie porque así como es cae realmente bien... Gracias por todo!)
Creo que de todas las que dormirmos en ese cuarto, el travesti era el único traumado por la limpieza... eso le admiro... porque yo no soy así, soy sumamente desordenada jajaja. Bueno, Mónico será mi modelo a seguir en ese aspecto jajaja.
Muchos más son los amigos que hice, de los que puedo mencionar a: Vivianne (ella es mi hermana panameña... jaja Gracias por acompañarme siempre), Diva, Bruno, María José, Doris, Karina, Cecilia, Priscilla, Carolina, Ninna, Ambar, Roberto, Mariesthela, Maricarmen, Ruby, Cherry, Odi, Evis, Cookie (mi Domo es mejor), Miguel (comete ya ese dulce), Nicole (lárgate!), William (yo soy más alta), Nicole, Ana, Andrea y el “Yi Ban” (que es el mejor de todos); en fin... Muchas Gracias!!!
Los Counselors, como olvidarlos, la verdad que no hablaba mucho con ellos, pero el último tiempo con las chicas molestamos harto a Cristian (aunque parezca serio, es súper divertido y tira bromas que te hacen reír por un buen rato) y a Ting (si bien está su KOFEN, él es una persona muy tierna y agradable, que se preocupa mucho por la gente que tiene a su cuidado). Avy y Cristal (ellas son unos amores). Pero en resumen, GRACIAS A TODOS LOS COUNSELORS! A todos los mantendré presentes en mi corazoncito...

THANKS FOR EVERYTHING! LOS AMO A TODOS Y A CADA UNO DE USTEDES!

Este es un cuento que tuve que escribir para un concurso del colegio... No gane :D pero realmente me siento orgullosa del resultado.
El tema debía basarse en un viaje que algún miembro de nuestra familia hubiera realizado, con el fin de explicar lo que ahora somos... Nuestras raíces... Nuestra esencia.

Sentía de pronto una extraña sensación de picor en el pie derecho que me venía molestando desde hacía ya unos minutos, sin embargo, tenía tanto sueño que lo ignoré y rodé sobre mi costado para seguir durmiendo. Cuando un chillido agudo me interrumpió nuevamente, abrí los ojos de golpe y me senté en la destartalada cama; no me sorprendí en lo más mínimo al ver a la roñosa rata que se trataba de comerse mi pata, la sabandija sí que le estaba poniendo empeño a la faena. Con una patada seca la tiré lejos… la pobre salió huyendo asustada.
No había remedio, ya estaba despierto. Me dediqué a observar durante unos minutos lo que me rodeaba: la habitación era un antro repugnante y maloliente, es más, tendría suerte si es que no me pegaba chinches por la almohada; la pintura de las paredes estaba agrietada, incluso en algunas zonas había desaparecido por completo, no había cuadros o pinturas colgadas de ellas, sólo agujeros de donde salían guarenes que esperaban ansiosos a que me durmiera para comerme vivo… manga de cobardes. La luz de la vela junto a la cama apenas si iluminaba, el conventillo en el que me estaba alojando era tan atrasado que aún no contaba con un sistema moderno de iluminación… en fin, era normal que todo me pareciera sucio luego de haber sido un valdiviano de papeleo en la milicia.
Era 1950 y ya había desperdiciado mis mejores años metido entre montañas infinitas de cartas y hojas miserables, de gente miserable y una vida miserable; sin embargo, no me di cuenta del derroche hasta que mi juventud se me escapó y diera paso a la jubilación. Sí, hace un par de meses cumplí los repudiados cuarenta años, y es que yo en ningún momento pensé que terminaría aquí, durmiendo en un recoveco sarnoso alejado de la mano de Dios, que a la vez representaba la mayor aventura que había vivido en la vida, de haberlo sabido… habría recibido con más ánimo la fecha.
A la mañana siguiente le pagué a la vieja gorda lo que le debía por la noche y reanudé mi viaje. Salir y sentir el aire fresco me ayudó a olvidar el nauseabundo olor del conventillo y sentir bajo mis piernas la fibrosa contextura muscular de mi equino me recordaba con cada estocada lo vivo que estaba. El animal me había costado un cuarto de mis ahorros, pero valió la pena, para la indefinida trayectoria que debía recorrer no me servía un jamelgo cualquiera de poca monta. Y ya le había agarrado cariño al gran bicho este, luego de casi dos meses de experiencias juntos, lo consideraba un gran amigo y compañero.
Nos pasamos la mañana entera recorriendo un sendero desconocido, que nos conducía hacia un paisaje cada vez más verde. A eso de las doce decidí parar para comer algo de queso, pan y cerveza que traía en la mochila de provisiones, mientras Negro —como nunca fui muy creativo, simplemente lo nombré por su color oscuro— pastaba y bebía agua de las grandes pozas a orillas del camino.
Comí lo suficiente hasta sentirme saciado, mas guardé el resto, pues mi nueva doctrina era tener una vida sin mayores lujos y así alargar lo más posible el viaje. Até a Negro a un árbol, y bajo la copa del mismo me apoyé para tomar una agradable siestecita.
No sé exactamente cuántas horas habré dormido, pero incluso, no me hubiera despertado de no ser por el ronco vozarrón que llamó mi atención.
— ¡Eh! Hijo despierta, que si sigues ahí te me agarrarás un resfriao de los mil demonios.
Con pereza abrí un ojo, y vi ante mí a un enorme hombre de sesenta años vestido de poncho, sombrero y espuelas, cuya silueta se veía ennegrecida por la oscuridad que nos rodeaba. Era de noche, lloviendo y yo me había rajado durmiendo todo el día.
— ¿Ah?— pronuncié como un idiota, sintiendo un desagradable sabor a seco en la boca.
— Pues vaya, parece que el agua ya se te ha filtrao por el cerebelo. Vamos agarra a tu caballo y sígueme. Supongo que no tienes onde pasar la noche, ¿verda?
Como pude negué con la cabeza y lo último que recuerdo es haberme quedado dormido de nuevo montando a Negro.
Desperté aseado —quién sabe cómo—, en una gran cama de rico y con una bandeja de plata repleta de manjares sobre el regazo. Tan sólo mirarla me recordaba lo hambriento que me hallaba, por lo que me arrojé como una bestia a devorar los alimentos. Una risita sonó a mi derecha, lo que me hizo caer en la cuenta de que no me hallaba solo en la amplia y bonita alcoba. Dos jovencitas me miraban desde la esquina, una llevaba un uniforme oscuro que revelaba su condición de inquilina —en ese instante supe porqué había despertado limpio— y la otra un vestido hasta debajo de la rodilla que dejaba entrever unas pantorrillas torneadas y bonitas. Al parecer la de la risa había sido la del vestido.
Me limpié con la manga del chaleco un poco de mermelada que tenía en los labios y carraspeé antes de hablar.
—Señoritas…—saludé.
— Gloria, y esta de aquí es Siomara— la aludida hizo un gesto con la cabeza.
—Belarmino Martínez, encantado. Señorita Gloria, ¿sería tan amable usted de decirme en dónde me encuentro?
Ella ladeó la cabeza en un ademán que intentaba ser inocente pero que no ocultaba su salvajismo de veinteañera.
—En Lago Ranco pos mi señor…
Y así dio inicio una nueva etapa dentro de mi viaje. Durante mi estadía con la familia de Gloria, que duró alrededor de tres meses, los Machmar, me enteré de que eran dueños de grandes cantidades de tierra y que exportaban diversos víveres a lo largo del país; supe entender al hospitalario carácter del señor Machmar, y también conocí a las otras dos hermanas de Gloria: Carmen y Ema.
Esta última era una frágil y bella muchachita de apenas diecinueve años, que no conocía las crueldades del mundo y que era capaz de admirar la hermosura de lo sencillo y natural.
Un día la pillé acariciando a Negro en el establo, le susurraba cosas al oído y luego sonreía dulcemente. En ese momento se me antojó la criatura más perfecta con su largo cabello almendra cayéndole libremente sobre la espalda. Me acerqué sigilosamente.
— ¿Cómo se llama?— la pregunta me tomó desprevenido. Hasta el momento no se me había ocurrido que ella hubiera notado mi presencia, por lo que me digné a responder un tanto azorado.
—No soy muy bueno con eso de los nombres, así que simplemente le digo Negro…
—Negro… es un nombre muy impersonal, ¿no le parece? Que tal… Noche, me parece más bonito.
La verdad era que se me hacía un nombre medio mujercita, pero por lo embelesado que me hallaba simplemente asentí. La chica me producía una extraña sensación de tibieza y calma, era una pasión tierna, no como la excitación que me provocaba el cuerpo y gestos de su hermana Gloria. Era un sentimiento más genuino… más puro.
Debí de habérmela quedado mirando fijamente, porque sin previo aviso sus mejillas se tiñeron de limpio escarlata, dejándome a mí aún más aturdido. Con torpeza pedí perdón y me retiré, no sabía qué me estaba sucediendo.
Esa noche el señor Machmar me invitó a tomar un buen vino en el comedor. Conversamos de cosas sin importancia, hasta que él me miró de una forma extraña —había bebido algo más de la cuenta— y mandó a llamar a Carmen, Gloria y Ema.
—Toma, soy viejo y con tres bellas hijas que no podré cuidar por siempre. Eres un buen chico y me agradas, elige a una y cásate. Yo les daré una casa y un terreno tan grande que podrán abastecerse hasta inflarse como cerdos.
Por un momento me sentí desorientado. Lo miré a él y luego… la miré a ella. Ema no me sostuvo la mirada; la expresión de su rostro, por alguna razón, hizo que me entraran ganas de irme y no volver, como una puñalada al corazón.
Con una excusa que ni recuerdo pidió disculpas y se retiró a su alcoba. Y en mi cabeza sólo retumbaba el desesperanzador sonido de sus pies golpeando las escalas.
—Bueno chico, parece que tus opciones se reducen a Carmen y Gloria.
Gloria… definitivamente una buena chica. Hermosa a más no poder, sabía que a su lado no sería infeliz, posiblemente tendríamos muchos hijos, quizá más de los deseados, pero yo no la amaba… no, mi felicidad no se hallaba en la estancia…
Me levanté con brusquedad. El ardiente vino fluía en mí y me daba una valentía que no poseía. Me pareció escuchar la voz del señor Machmar exclamando, pero yo no oía, sólo una cosa ocupaba mi mente.
Entré sin previo aviso, y me la encontré llorando en la cama. No sé que cara habré tenido, pero ella pareció asustarse. Estaba dispuesto a irme, realmente no sabía qué hacía exactamente yo ahí.
Pero me detuvo… me frenó con su pequeña y delicada manita.
—No me malentienda, yo no quiero que se vaya, es sólo que cada vez que estoy con usted, apenas si puedo pensar. Y realmente no sé si esto…
Como ya dije, el vino me daba valor. Sin dejarla acabar, levanté su mentón con paternal cuidado, y como un ladrón le hurté su primer beso… fue como besar a una roca, pero eso no importaba, pronto la cosa iría mejorando. Ella enlazó tímidamente sus brazos alrededor de mi cuello… el resto es historia.
En una noche sin luna morí y resucitó un hombre diferente, un hombre que sabría enamorar a la mujer que amaba, un hombre dispuesto a trabajar duro, un hombre con otra oportunidad… un hombre con un nuevo comienzo.